LOUISE GLÜCK, POESIA HECHA NOBEL
Escogimos una serie de poemas de la premio Nobel 2020 de literatura
donde «su inconfundible voz poética que con austera belleza hace universal la existencia individual».
AMANTE DE LAS FLORES
En nuestra familia, todos aman las flores. Por eso las tumbas nos parecen tan extrañas: sin flores, sólo herméticas fincas de hierba con placas de granito en el centro: las inscripciones suaves, la leve hondura de las letras llena de mugre algunas veces… Para limpiarlas, hay que usar el pañuelo. Pero en mi hermana, la cosa es distinta: una obsesión. Los domingos se sienta en el porche de mi madre a leer catálogos. Cada otoño, siembra bulbos junto a los escalones de ladrillo. Cada primavera, espera las flores. Nadie discute por los gastos. Se sobreentiende que es mi madre quien paga; después de todo, es su jardín y cada flor es para mi padre. Ambas ven la casa como su auténtica tumba. No todo prospera en Long Island. El verano es, a veces, muy caluroso, y a veces, un aguacero echa por tierra las flores. Así murieron las amapolas, en un día tan sólo, eran tan frágiles…
Tras un par de años un tanto irregulares, con la suspensión del galardón en 2018 por varios escándalos y la entrega por partida doble el año pasado, esta edición del Nobel de Literatura recupera su formato habitual, a pesar de que por causa del coronavirus no podrá celebrarse la tradicional ceremonia de entrega. Así, la poeta estadounidense Louise Glück, la ganadora de este año, recibirá en diciembre en su país un premio que el jurado de la Academia sueca le otorga por «su inconfundible voz poética que con austera belleza hace universal la existencia individual».
LAGO EN EL CRÁTER Entre el bien y el mal hubo una guerra. Decidimos que el cuerpo fuese el bien. Eso hizo que el mal fuese la muerte, que el alma se volviera completamente en contra de la muerte. Como un soldado que desea servir a un gran señor, el alma desea cerrar filas con el cuerpo. Se puso en contra de la oscuridad, en contra de las formas de la muerte que reconocía. De dónde viene la voz que dice: y si la guerra fuese el mal, que dice y si fue el cuerpo el que nos hizo esto, nos hizo tener miedo del amor.
LAS SIETE EDADES En mi primer sueño el mundo parecía lo salado, lo amargo, lo prohibido, lo dulce En mi segundo sueño descendía, era humana, no veía nada de nada bestia como soy debía tocarlo, contenerlo me escondí en la arboleda, trabajé en los campos hasta que quedaron yermos un tiempo que nunca volverá- el trigo seco en gravillas, cajones de higos y aceitunas Hasta amé alguna vez, a mi manera repugnante, humana y como todo el mundo llamé a ese logro libertad erótica, por absurdo que parezca El trigo cosechado, almacenado; seca la última fruta: el tiempo que se acumula, sin usar, ¿también termina?
Con poemarios como El triunfo de Aquiles (1985) y Ararat (1990. Pre-Textos, 2008), Glück encontró una audiencia creciente en Estados Unidos y en el extranjero. En Ararat se unen, a juicio de los integrantes de la Academia «tres características para repetirse posteriormente en su escritura: el tema de la vida familiar; inteligencia austera; y un refinado sentido de la composición que marca el libro como un todo«.
LA DECISIÓN DE ODISEO El gran hombre le da la espalda a la isla. Su muerte no sucederá ya en el paraíso ni volverá a oír los laudes del paraíso entre los olivos, junto a las charcas cristalinas bajo los cipreses. Da comienzo ahora el tiempo en el que oye otra vez ese latido que es la narración del mar, al alba cuando su atracción es más fuerte. Lo que nos trajo hasta aquí nos sacará de aquí; nuestra nave se mece en el agua teñida del puerto. Ahora el hechizo ha concluido. Devuélvele su vida, mar que sólo sabes avanzar.
EL VESTIDO Se me secó el alma. Como un alma arrojada al fuego, pero no del todo, no hasta la aniquilación. Sedienta, siguió adelante. Crispada, no por la soledad sino por la desconfianza, el resultado de la violencia. El espíritu, invitado a abandonar el cuerpo, a quedar expuesto un momento, temblando, como antes de tu entrega a lo divino; el espíritu fue seducido, debido a su soledad, por la promesa de la gracia. ¿Cómo vas a volver a confiar en el amor de otro ser? Mi alma se marchitó y se encogió. El cuerpo se convirtió en un vestido demasiado Grande para ella. Y cuando recuperé la esperanza, era una esperanza completamente distinta. Poesía cándida e intransigente. «CAMPANILLA DE LAS NIEVES»: No esperaba sobrevivir tierra suprimiéndome. No esperaba despertarme de nuevo, sentirme en tierra húmeda mi cuerpo capaz de responder de nuevo, recordando después de tanto tiempo cómo abrir de nuevo en la luz fría de la primavera más temprana – Miedo, sí, pero entre ustedes nuevamente llorando sí arriesgan alegría en el viento crudo del nuevo mundo.938 lecturas
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